martes, 13 de enero de 2015

Las SICAV (sociedades de inversión de capital variable) son uno de los medios que permiten a ciertos ahorradores con rentas altas realizar inversiones a través de la constitución de una sociedad anónima operando con personalidad jurídica propia.

Su actividad principal se basa en la compra y venta de acciones y lo que las caracteriza es que las decisiones tomadas por estas sociedades recaen en manos de los socios que la integran teniendo que limitarse a informar periódicamente a la Comisión Nacional del Mercado de Valores sobre sus actividades.
Los requisitos para poder fundar una SICAV son que se constituya con un capital mínimo de 2,4 millones de euros y que posea al menos 100 socios que financien su patrimonio mediante la compra de las acciones emitidas por la misma sociedad.
Estas acciones cotizan en el Mercado Alternativo bursátil y para poder ejercer su actividad precisan de la previa aprobación de la CNMV que hará un estudio de la sociedad para después denegar/aprobar su formación.
El tratamiento fiscal de estas sociedades es el que genera grandes confusiones ya que en principio sólo se les aplica un impuesto del 1% a sus beneficios. Este tratamiento fiscal puede parecer muy laxo a primera vista pero encontramos numerosos argumentos que las defienden afirmando que en términos acumulativos llegan a pagar casi un 50% en impuestos.
Desglosando ese 50% encontramos que los impuestos que se le aplican son los siguientes:
  •          30% Al beneficio de las empresas en las que la SICAV ha invertido.
  •          1%    Sobre el Beneficio de la SICAV al realizar su actividad.
  •          21%-27% Impuesto sobre la renta a los socios que han retirando sus beneficios.
Se evidencia que las SICAV pueden parecer poco atractivas ya que a grosso modo poseen ciertas similitudes con cualquier Fondo de Inversión.
¿Qué es entonces lo que las hace atractivas?
Sin duda alguna una de las primeras características que las hace atractivas es la autonomía a la hora de realizar inversiones que pueden tener diferentes ponderaciones de riesgo dependiendo de las decisiones tomadas por sus socios.
Otra de ellas es que  el desembolso de capital es elevado obteniendo grandes beneficios con rentabilidades minúsculas además de los respectivos dividendos por acción.
Los ejemplos que encontramos normalmente de este tipo de sociedades son en los que una sola persona desembolsa la mayor parte del capital en su origen y controla la sociedad por completo mientras que el resto de socios invierte esperando obtener beneficio.
Por otra parte, los Fondos de Inversión necesitan operar diversificando sus activos con carteras de riesgo medio-bajo o medio-alto para poder atraer inversores que normalmente destinan una pequeña parte de sus ahorros a estos y no poseen unas nociones tan avanzadas sobre las finanzas basando sus criterios a la hora de invertir en características como su riesgo, la rentabilidad y la tasa de retorno de la inversión.
A simple vista ya se ven ciertas diferencias entre los Fondos y las SICAV ya que mientras que en los Fondos no se tiene poder de decisión sobre en que se invierte en las SICAV las operaciones se realizan libremente operando además sin una regulación fuerte fruto de la opacidad de sus actividades.

Lo que las hace atractivas sin duda alguna son estos incentivos a conseguir grandes beneficios derivados de carteras de inversión y operaciones muy sofisticadas, el poder invertir junto a otros socios con los que poder llegar a acuerdos y sin duda alguna el disponer de grandes cantidades de capital a partir de los cuales se puede obtener un gran beneficio.
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