Las SICAV (sociedades de inversión de capital
variable) son uno de los medios que permiten a ciertos
ahorradores con rentas altas realizar
inversiones a través de la constitución de una sociedad anónima operando con personalidad jurídica propia.
Su actividad principal se basa en la compra y venta de
acciones y lo que las caracteriza es que las
decisiones tomadas por estas sociedades recaen en manos de los socios que la
integran teniendo que limitarse a informar periódicamente a la Comisión
Nacional del Mercado de Valores sobre sus actividades.
Los requisitos para poder fundar una
SICAV son que se constituya con un capital mínimo de 2,4 millones de euros y que posea al menos 100 socios que financien su patrimonio mediante la compra de las
acciones emitidas por la misma sociedad.
Estas acciones cotizan en el Mercado
Alternativo bursátil y para poder ejercer su actividad precisan de la previa
aprobación de la CNMV que hará un estudio de la sociedad para después
denegar/aprobar su formación.
El tratamiento fiscal de estas
sociedades es el que genera grandes confusiones ya que en principio sólo se les aplica un impuesto
del 1% a sus beneficios. Este tratamiento
fiscal puede parecer muy laxo a primera vista pero encontramos numerosos
argumentos que las defienden afirmando que en términos acumulativos llegan a
pagar casi un 50% en impuestos.
Desglosando ese 50% encontramos que los
impuestos que se le aplican son los siguientes:
- 30% Al beneficio de las empresas en
las que la SICAV ha invertido.
- 1% Sobre el Beneficio
de la SICAV al realizar su actividad.
- 21%-27% Impuesto sobre la renta a
los socios que han retirando sus beneficios.
Se evidencia que las SICAV pueden
parecer poco atractivas ya que a grosso modo poseen ciertas similitudes con
cualquier Fondo de Inversión.
¿Qué
es entonces lo que las hace atractivas?
Sin duda alguna una de las primeras
características que las hace atractivas es la autonomía a la hora de realizar inversiones que pueden tener diferentes ponderaciones de riesgo
dependiendo de las decisiones tomadas por sus socios.
Otra de ellas es que el desembolso de
capital es elevado obteniendo grandes
beneficios con rentabilidades minúsculas además de los respectivos dividendos
por acción.
Los ejemplos que encontramos normalmente
de este tipo de sociedades son en los que una sola persona desembolsa la
mayor parte del capital en su origen y
controla la sociedad por completo mientras que el resto de socios invierte
esperando obtener beneficio.
Por otra parte, los Fondos de Inversión
necesitan operar diversificando
sus activos con carteras de riesgo medio-bajo o medio-alto para poder atraer inversores que normalmente destinan
una pequeña parte de sus ahorros a estos y no poseen unas nociones tan
avanzadas sobre las finanzas basando sus criterios a la hora de invertir en
características como su riesgo, la rentabilidad y la tasa de retorno de la
inversión.
A simple vista ya se ven ciertas
diferencias entre los Fondos y las SICAV ya que mientras que en los Fondos no
se tiene poder de decisión sobre en que se invierte en las SICAV las
operaciones se realizan libremente operando además sin una regulación fuerte
fruto de la opacidad de sus actividades.
Lo que las hace atractivas sin duda
alguna son estos incentivos a conseguir grandes beneficios derivados de carteras de
inversión y operaciones muy sofisticadas,
el poder invertir junto a otros socios con los que poder llegar a acuerdos y
sin duda alguna el disponer de grandes cantidades de capital a partir de los
cuales se puede obtener un gran beneficio.
0 comentarios:
Publicar un comentario